El aluminio reina allí donde la ligereza y la conductividad marcan la diferencia: avioneta o satélite, disipador o conector de alta velocidad. Sin embargo, la película natural de óxido de aluminio—apenas unas decenas de ángstroms—no siempre basta para resistir la niebla salina, los fluidos hidráulicos o las atmósferas industriales de un taller de galvanizado. El cromatizado, también llamado pasivado o chem-film, resuelve ese problema formando sobre la superficie una capa ultrafina rica en cromo trivalente (Cr³⁺) que refuerza la protección sin alterar la masa ni la conductividad de la pieza.
Autocromes incorpora este proceso en su línea de acabados para clientes de aeronáutica, electrónica y defensa que necesitan un recubrimiento certificado, compatible con pinturas posteriores y libre de cromo hexavalente, cumpliendo así las normativas REACH, RoHS y la directiva ELV.
Una duda habitual es si conviene anodizar o cromatizar el aluminio. Ambos procesos convierten la superficie, pero el resultado y las prestaciones son muy diferentes.
El cromatizado genera una película hidróxido-cromo-aluminio de entre 0,1 y 0,5 µm. El espesor es tan reducido que la pieza apenas gana peso; además, la capa sigue siendo conductora, por lo que la señal de masa o el apantallamiento EMI no se interrumpen. Eso explica su uso masivo en cajas de aviónica, bastidores de satélite, disipadores de ordenadores y conectores multipin. Si una zona se raya, los iones de cromo trivalente migran localmente y “sellan” el corte: un efecto autorreparable muy apreciado en aeronáutica.
El anodizado ácido sulfúrico, por el contrario, forma un film de 5 a 25 µm, duro y dieléctrico. Es perfecto para exteriores decorativos, manetas o mobiliario, pero introduce dos inconvenientes para algunos componentes de precisión: por un lado, añade masa (poca, pero medible en diseños ligeros); por otro, interrumpe la conductividad superficial. Siempre que la pieza necesite continuidad eléctrica, el anodizado debe mecanizarse de nuevo en los puntos de conexión o elegir cromatizado.
Dicho de otro modo: si el requisito principal es conductividad, peso mínimo o facilidad de reparación in situ, el cromatizado gana. Si se busca una película dura, gruesa y aislante que tolere tintes decorativos, el anodizado sigue siendo la primera elección.
La capa final, casi invisible a simple vista, aporta hasta 336 h de resistencia a la niebla salina sin formación de corrosión blanca y —lo más importante— no afecta a tolerancias, roscas ni superficies de sellado.
Para que la pasivación funcione, la química debe mantenerse dentro de un rango muy estrecho. Por eso la planta de Autocromes:
Además, se ensaya una probeta testigo de cada carga en cámara de niebla salina. Si la corrosión blanca o la corrosión filiforme superan el 5 % de superficie tras 336 h, el lote se bloquea y se reajusta la química antes de la producción.
¿Se puede reparar una pieza rayada en campo?
Sí. Existen soluciones de cromatizado en lápiz o líquido que se aplican con pincel. No igualan el acabado de planta, pero devuelven la protección en segundos.
¿Influye la aleación?
Las series 2xxx y 7xxx, ricas en cobre o zinc, son más reactivas. Autocromes emplea decapado nítrico sin fluoruros para evitar picaduras y ajusta el pH del baño para cada aleación.
¿Qué temperatura soporta la película?
Hasta 120 °C de forma continua sin perder protección. Si la pieza se pinta encima, la resistencia térmica vendrá determinada por la pintura.
Autocromes no se limita a cromatizar: puede aplicar, en la misma línea, una imprimación epoxi anticorrosiva y un poliuretano alifático o un siloxano de alta temperatura, entregando la pieza lista para montar. Esto reduce tiempos logísticos y asegura la compatibilidad entre capas, porque toda la química se controla bajo un mismo techo. Además, el laboratorio interno verifica la adherencia entre pasivado y pintura según ASTM D3359 (cross-cut) y ensayo pull-off.
Para cualquier componente de aluminio que deba seguir siendo ligero, conductor y resistente al mismo tiempo, el cromatizado trivalente es la solución más sólida y ecológica. Una película casi invisible protege contra la corrosión, mejora la adhesión de pinturas posteriores y evita retrabajos en campo. Autocromes combina química Cr³⁺ certificada con controles estrictos de proceso, asegurando que cada pieza cumpla las exigencias de la aeronáutica y la electrónica de vanguardia.
Si tus disipadores, carcasas o conectores necesitan durar en un entorno hostil sin añadir peso ni comprometer la masa, hablemos: diseñaremos el ciclo de pasivado óptimo y te devolveremos la pieza lista para volar o conducir señal, con la garantía de un líder en recubrimientos industriales.